Este viernes 13 de septiembre de 2024 quedará marcado a fuego en la memoria de los habitantes de Sargento Cabral, una pequeña localidad a 70 kilómetros de Rosario. Quiénes estuvieron detrás de la llegada del presidente de AFA para inaugurar una calle con su nombre.
Sargento Cabral es una localidad a 70 kilómetros de Rosario. Se llega por autopista a Buenos Aires y a la altura de Villa Constitución, se debe desviar hacia la ruta 90 y desde allí son 30 kilómetros al oeste. Este viernes, la comuna de 1.800 habitantes vio alterado su bucólico ritmo pueblerino al recibir al presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Claudio “Chiqui” Tapia, para inaugurar una calle que a partir de hoy lleva su nombre y convertirse así en la primera del país en ser bautizada con el apellido del mandamás afista.
Pero este acontecimiento tiene un motivo, una trastienda, una historia detrás. La idea surgió de una charla entre el presidente comunal de Sargento Cabral, Juan Ignacio Genzano, el ex titular de Argentino de Rosario, Ariel Sclafani -hoy representante de la Liga Profesional- y el ex directivo de Newell’s, Cristian D’Amico -hoy asesor de Tapia-.
Todos ellos mantienen una relación de cercanía con el presidente de la AFA y le realizaron a “Chiqui” la invitación, que aceptó casi sin pensarlo. Al responsable del fútbol argentino se lo vio en todo momento emocionado y agradecido por el gesto de la comuna santafesina.
La delegación llegó a las 11 de la mañana y el acto, que involucró a toda la comunidad de Sargento Cabral, se extendió hasta las 14. Hubo un festejo generalizado de toda la gente que se acercó para poder saludar y sacarse una foto con el presidente de AFA.
Hubo invitados especiales, entre ellos los máximos dirigentes de Utedyc de Rosario, Roque Sosa por el lado de Newell´s y Sergio Quiroga por el lado de Rosario Central.
El homenaje a Claudio Fabían Tapia quedará marcado para siempre en este pueblo tranquilo que recibió no solo al presidente del Fútbol Argentino sino también a la Copa del Mundo obtenida en Qatar, que fue la frutilla del postre en una jornada inolvidable para todos sus habitantes.