Del muro de Facebook de:

Juan Gabriel Vera Córdoba
Imagino que habrá personas que pueden apagar su mente mientras están haciendo algo, quizá sean unos seres iluminados que tienen la capacidad de estar en completo silencio interior mientras hacen alguna otra actividad propia del “llenar la vida”, no es el caso este pues mi iluminación tiene la fuerza de una bombilla de 40 watts puesta en un velador, y como el silencio interior en esas situaciones no aparece, mientras lavaba los vasos, platos y cubiertos de un festejo para alrededor de unas 40 personas en un espacio alquilado, comencé a tener una conversación con las personas que estaban ahí e interpelaban ese discurrir vital con chistes, preguntas, discursos, podría tranquilamente decir que la conversación era con distintas partes de mí puesto que en realidad no hay diferencias y todos representamos la misma mente colectiva.
Como sea, eran ya más de las 4 de la mañana y entre que había sueño, cansancio y alguna que otra copa de más, surgían frases como: “¿todo eso hay que lavar?”, “¿no lo lava la gente dueña del espacio?”, “¿vas a guardar también?”, “¿Eso no está incluido con el alquiler del lugar?”, “Yo le pago a alguien para que lo haga porque a esta hora yo ya quiero estar durmiendo”. La verdad es que todas son acotaciones que puedo tildar de válidas, sólo que una voz interna, lejana, que no me pertenece pero al mismo tiempo está conectada a alguna faceta de la mente colectiva, como sea, una voz arremetió contra mi persona y me dijo algo que puede parecer muy sencillo pero que esconde una profundidad que me parece interesante y es que si en el mundo obráramos con la idea de dejar los lugares un poco mejor de lo que los encontramos sin reparar en dinero, en propiedad privada ni en nada que tenga que ver con “esto es mío, esto es tuyo”, quizá así sea un lugar más agradable de habitar, imagínense a un “mapadre” dejando una infancia mejor de lo que fue la suya propia, imagínense a alguien que cuida un jardín dejándolo mejor de lo que lo encontró, imagínense a un docente dejando la escuela un poco mejor de lo que la encontró, imagínense a una empresa minera dejando el lugar un poquito mejor de lo que lo encontró, imagínense (aunque sé que cada vez es más descabellado el escrito), a un político dejando la política un poco mejor de lo que la encontró, ¿no sería hermoso?
No sé, por ahí el idealismo se tiñe de ingenuidad y pensar estas cosas rayan la estupidez, pero imagínense dejando el ideal un poquito mejor de lo que lo encontraron. En fin, y como sea, me parece que me gustaría habitar un mundo en el cual todos operemos con la idea de que, independientemente de que hayás pagado por un lugar para utilizarlo, y tengas que lavar 50 copas, platos, cubiertos, independientemente de que ese lugar “te pertenezca o no”, la verdad, la única verdad, es que no se trata del otro dejarlo un poquito mejor, se trata de mí, si yo cambio, el mundo cambia, si yo no cambio y espero que el mundo sea diferente, en realidad lo único que voy a conseguir es más espera y por ende, “nada”, así que bueno, terminé de lavar los vasos, sequé el piso y eventualmente estuve, lo mismo, acostado y durmiendo en mi cama. Sean el mundo que quieren habitar.
Por: Juan Gabriel Vera Córdoba