Chelsea superó notoriamente al Paris Saint-Germain y le clavó un 3-0 en 45 minutos. Los primeros compases de la final tuvieron a un cuadro inglés dominador. Anularon completamente el circuito de juego del PSG con una extenuante presión sobre la salida del equipo de Luis Enrique. Más allá de que los parisinos supieron reponerse con el correr de los minutos, los Blues plantearon un sistema defensivo en el que optaron por las parejas individuales en la marca y cortaron las asociaciones con faltas reiterativas, mientras golpearon de contraataque.
En el mejor momento del PSG, donde estaba empezando a dominar las acciones en el terreno de juego, apareció Cole Palmer para abrir el marcador: sacó un remate preciso sobre la puerta del área, el cual ingresó sobre la base del palo derecho de Donnarumma. Un par de minutos después, el número 10 del Chelsea realizó una enorme jugada y, con una definición calcada al primer tanto, puso el 2-0 parcial.
Desde entonces, el equipo de Enzo Maresca dominó el desarrollo del juego, mientras que el PSG nunca pudo recuperarse del impacto del resultado. De hecho, los franceses no lograron desplegar su juego asociativo ante la firme marca individual de los ingleses. Con este panorama y a partir de otro ataque desde la banda izquierda, João Pedro quedó mano a mano con Gianluigi Donnarumma y se la picó para poner el 3-0.