Este jueves, Agustín Da Rosa (26) se declaró culpable y aceptó una pena de diez años de prisión por uno de los intentos de femicidios más brutales de la historia reciente de Misiones.
En Itacaruaré, en diciembre de 2022, Agustín Da Rosa mantuvo cautiva y sometió a golpes y violaciones a su pareja de 17 años en ese entonces. Por si fuera poco, la obligó a cavar su propia tumba y la enterró viva. Los diez años de prisión parecen ser escasos para la crueldad con la que actuó.
Soraya tenía 17 años y fue víctima de un brutal intento de femicidio por parte de su pareja, quien fue detenido días después en la provincia de Entre Ríos tras haberse fugado de Misiones.
El hecho fue denunciado en la Comisaría de San Javier, luego de que la adolescente pudiera escapar, de milagro, de las manos de su pareja. Días después de ese brutal ataque, Soraya relató a Misiones Online el calvario que sufrió durante dos días en los cuales estuvo secuestrada por Agustín Da Rosa.
“El me llevó a la fuerza, me quedé obligada con él allá, no quería. Allá él me hizo lo que quiso. Había hablado con el papá para quedarse en esa casita”, comenzó recordando la víctima, quien está viva por un descuido del victimario.
Según la reconstrucción de los hechos, Agustín y Soraya convivieron un tiempo en una chacra sobre la ruta provincial 2, propiedad del padre del joven de hoy 26 años, pero la violencia se desataba cuando el joven se quedaba sin su dosis de marihuana.
Soraya con sus amigas habían asistido a una fiesta en la localidad de San Javier, el lunes por la madrugada. En un momento dado, su pareja en ese momento, la llevó del lugar por la fuerza, en dirección a la chacra antes mencionada. “Él empezó a tomar pastillas y vi que la cara estaba cambiando, era otra persona. Agarró un palo de escoba y me comenzó a pegar”.
Por casi dos días, la joven fue torturada por su pareja, con palos, cadenas e inclusive con una pala, la misma que utilizaría para abusarla y hacerle cavar su propia tumba. “Me llevó al monte, me hizo cavar una tumba para enterrarme viva. Mientras me hacía cavar me pegaba con una madera. Él me iba a matar al otro día”, aseguró.
Posteriormente a ello, la encadenó de pies y mano, la empujó al hueco y volvió a utilizar la pala para echarle tierra encima. “Me enterró la cabeza en el pozo y me tiraba la tierra con la pala. Yo salí solita de ahí, paró una moto frente a la casa y ahí me pude escapar. Él no sabía para donde corrí”.
Luego de correr por varios metros en una zona de monte, llegó hasta la vivienda de una mujer, quien la asistió y le dio dinero para así pagar un taxi hacía la casa de su madre en el barrio Niño Jesús.
El consumo problemático de drogas por parte del joven era el desencadenante de la violencia ejercida sobre la víctima. “Él fumaba droga y cuando le faltaba era otra persona. Era buenito cuando se drogaba”.
Anteriormente, la adolescente reconoció que hubo situaciones de violencia, pero que nunca se hubiera imaginado esta saña. “Antes había discusiones y empujones. Él le había pegado a una pareja anterior que tenía. Me había dicho que si me escapaba me iba a encontrar y matarme. Me amenazó con mi mamá y mis hermanitos”.
“Puso agua en un vaso, escupió dentro y me obligó a tomar el catarro y me puso la cabeza en la bosta de los chanchos. Yo pensaba que me iba a morir, no había nadie para ayudarme. Pensaba que me iba a morir, todos en algún momento nos vamos a morir”, cerró.