El mundo Rosario Central y el fútbol argentino visten luto por la muerte de Miguel Ángel Russo, uno de los entrenadores más influyentes de la historia contemporánea. El DT campeón con el Canalla en 2023 falleció este miércoles a los 69 años y su partida conmociona a la ciudad, pero un dato escalofriante le agrega una dramática capa de significado.
Russo murió un 8 de octubre de 2025. Esta es la misma fecha exacta en que, hace tan solo un año, el club despedía a otro de sus máximos referentes históricos: Omar Arnaldo Palma.
La coincidencia en el día del fallecimiento de dos emblemas canallas marca a fuego el 8 de octubre como la “fecha negra” para la institución de Arroyito.
Miguel Ángel Russo: el técnico que siempre volvió
Miguel Ángel Russo se transformó en una figura que trasciende generaciones en Central, a pesar de no haber nacido en el club. En cinco ciclos, acumuló 301 partidos dirigidos, siendo el segundo con más encuentros en el banco canalla.
Russo se hizo fuerte en Central en los momentos más difíciles. Lideró el regreso a Primera en 2013 tras dos intentos fallidos. En 2009, salvó al equipo del descenso en la Promoción ante Belgrano.
Su sello fue la solidez, el equilibrio y la impronta bilardista que lo marcó. El último regreso a Rosario, en 2023, le dio el único título que le faltaba con el club: la Copa de la Liga 2023, que lo consagró campeón en Primera y bordó una estrella en el escudo. Además, Russo ostenta un récord que forjó su idolatría: nunca perdió un clásico rosarino ante Newell’s.
El DT, que también ganó la Copa Libertadores 2007 con Boca, se despidió del Gigante en septiembre de 2025, donde fue ovacionado por 50 mil hinchas.
Omar Palma: el diez y el jugador más ganador
Omar Arnaldo “El Negro” Palma murió el 8 de octubre de 2024, a los 66 años, a causa de un ACV hemorrágico. Fue la gloria y emblema más grande de Rosario Central como futbolista.
Palma es el jugador más ganador en la historia del club, con cuatro títulos oficiales en total: el Nacional 1980, el Torneo de Primera División 1986/87, la Copa Conmebol 1995 y el ascenso de 1985. Además, fue el goleador máximo del torneo 86/87 con 20 tantos.
El talentoso diez disputó 390 partidos con la camiseta auriazul, siendo el tercer jugador con más presencias en la historia. Su capacidad goleadora en partidos clave y su visión de juego lo convirtieron en un ídolo venerado por los hinchas, quienes lo despidieron en un multitudinario velatorio en el Gigante.