“Hermanito, matalo”: condenan a 46 y 26 años de prisión a dos acusados de ejecutar a un joven de un tiro en la cabeza

El juicio por la ejecución de Brian “Paragua” Giménez, un joven de 24 años que fue hallado con un tiro en la cabeza y maniatado en el interior de un búnker en barrio Stella Maris, llegó a su término este viernes con dos condenas. El recluso Brian Emanuel “Negro” Villalba (34) y su ladero César Alberto Villalba (29) fueron hallados responsables de esa muerte que, en octubre de 2022, fue ordenada por videollamada y cuyo móvil fue el señalamiento de la víctima como “sapo”.

Para el primero, cabecilla de una banda que supo operar en el noroeste rosarino bajo el padrinazgo del narcotraficante Julio Andrés Rodríguez Granthon, la pena fue de 23 años, que se unificaron en 46, como instigador del homicidio agravado. En tanto, su pariente sumó 26 años por el asesinato y otros delitos ligados a la violencia territorial.

En la mañana del 3 de octubre de 2022, vecinos de barrio Stella Maris, en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, se toparon con una postal tétrica: el cuerpo de quien luego sería identificado como Brian Giménez, con un tiro en la cabeza. Estaba tendido en una tapera de pasillo, donde funcionaba un búnker, ubicada en Juan B. Justo al 8754, amordazado y atado con un cable coaxial y los restos de una media sombra a una silla de plástico.

La investigación, a cargo del fiscal Adrián Spelta, probó –al menos en primera instancia– que Giménez, un consumidor, había ido a comprar droga al lugar donde luego fue privado de la libertad y ejecutado. De ello dieron cuenta varios testigos, tanto vecinos como quienes lo acompañaban esa noche y esperaron en vano su regreso del búnker.

El domicilio había pertenecido a un transero del barrio, José “Negro Caravana” Lator, quien había sido apresado un mes antes del crimen en un allanamiento. Luego de ese operativo, la casa pasó a integrar el patrimonio de viviendas que Negro Villalba regenteaba desde el pabellón 9 de la cárcel de Piñero, según contaron testigos y confirmaron peritajes.

¿Por qué Giménez fue ejecutado? Minutos antes de ser asesinado, el joven fue tildado de “sapo”, un término adoptado por la mafia local a partir de la llegada de series televisivas sobre narcos colombianos como El patrón del mal Narcos, que significa delator o soplón.

De ello dio cuenta un testigo que se animó a declarar lo que escuchó esa madrugada, a metros de su casa, incluida la voz de Villalba por videollamada (a quien conocía del barrio antes de que cayera preso) y de César Villalba, el encargado del búnker.

De acuerdo con lo ventilado en el juicio, Giménez pagó con su vida el hecho de ser vecino de los Hermosín, un clan delictivo apodado “los Casas” o “Casas recompensas”, que regenteaba un búnker por calle Nazca, no muy lejos de la escena del crimen.

“A ellos los apodaban «los Casas» y este apodo era porque les sacaban las casas a las personas para venderlas o poner búnkeres, y así fueron haciéndose lugar en el barrio. Jetoneaban que estaban con (Esteban) Alvarado, se hacen cartel diciendo eso”, contó un testigo de otra investigación sobre este clan, varios de cuyos integrantes están presos.

En ese territorio donde el narcomenudeo hizo metástasis sobre el tejido social, los Hermosín son asociados con la banda de Los Menores, los enemigos de Villalba. De ello dio cuenta una investigación reciente. Y eso fue la perdición de Giménez, quien “compraba (droga) en diferentes lugares”, arriesgándose a ser señalado como un entrometido mientras buscaba saciar su consumo.

“Sapo es aquel que pasa información; posiblemente los imputados pensaban eso de Brian Giménez, porque él vivía al lado de la casa donde los Casas recompensas venden droga”, dijo en su alegato de cierre la Fiscalía.

Apenas ingresó al búnker de Juan B. Justo al 8754, Giménez fue retenido. Era la 1.15. César, el encargado, llamó a su jefe, el Negro Brian, y le dijo: “Negrito, ya tengo al sapo”.

Los testigos escucharon la voz del Negro Brian: “A ver, mostrámelo”. A lo que el recluso continuó: “Así que vos sos el sapo, así que andás sapeando”. Frente a ello, la víctima, tratando de defenderse, respondió: “Nada que ver, yo siempre compro acá”.

Tras una secuencia de golpes sobre Giménez, que tenía una mordaza en la boca, llegó la orden: “Hermanito, matalo”. César Villalba cortó la llamada y luego se escuchó el disparo.

La investigación probaría luego que la idea del Negro Villalba era “quemar” un búnker de los contrarios arrojando allí el cuerpo de Giménez. “Era un sapo; largó todo. Se lo tenían que tirar en el pasillo de ellos”, decía un mensaje recuperado de un celular encontrado en una cañería del pabellón 9 de Piñero.