Los primeros restos de Torres fueron encontrados el viernes 25 de julio por la mañana por Ramón Ramírez, un sereno de una obra en construcción ubicada sobre la avenida Ramón Cárcano al 800, en el barrio Chateau Carreras. Durante una recorrida por el predio, notó una bolsa de consorcio de la que sobresalían una mano y un brazo.
Al revisar el contenido, encontró vendas con sangre y dos brazos seccionados en varias partes. Alertó al capataz sobre el hallazgo y relató que, al principio, pensó que podría tratarse de un bebé descartado. Según fuentes cercanas a la investigación, dentro de la bolsa estaban las manos, los antebrazos y los brazos de la víctima. El resto del cuerpo no fue localizado.
Los restos fueron levantados y sometidos a protocolos de identificación. Mediante el sistema Morpho Bis, que permite comparar huellas dactilares con la base de antecedentes, se confirmó la identidad de la víctima.
La declaración de Ramírez ayudó a delimitar la franja horaria en la que se descartaron los restos: indicó que el jueves a las 16 las bolsas no estaban en el lugar. Los investigadores no descartan que la niebla nocturna haya facilitado el ocultamiento del hecho.

El hallazgo de los restos mutilados de Brenda Torres en diferentes sectores de la ciudad de Córdoba condujo a una minuciosa investigación para reunir cada una de sus partes y dar con los responsables. Luego de que uno de los involucrados fuera captado por una cámara de seguridad, las autoridades encontraron las partes faltantes y concretaron el arresto de dos hombres.
Aunque todavía sería un misterio qué ocurrió con la joven de 24 años oriunda de La Calera, este viernes el torso y la cabeza de la víctima fue ubicado en una casa del barrio Chateau Carreras. Se trataba de una vivienda ubicada en Horneros al 500, que se encontraba a unos 550 metros de distancia del descampado, en el que fueron descubiertos sus brazos.
Las partes faltantes de Torres estaban enterradas en un pozo que tenía la tierra removida. En la propiedad, se encontraban dos hombres, C. A. (38) y G. L. (53), quienes quedaron detenidos en calidad de sospechosos. Ambos habrían sido contratados como cuidadores de la casa, ya que se trataba de un inmueble que estaba en proceso judicial por la muerte de sus dueños.
Según la información publicada por El Doce.tv, el mayor de ellos contaba con experiencia como matarife, lo cual se relacionaría con la técnica utilizada para descuartizar a la víctima. Asimismo, indicaron que había varios cortes en el cuerpo que tenían características de ser hechos por un profesional y, en el lugar, se secuestró una cuchilla.
De esta manera, los investigadores habrían descartado la hipótesis de que el crimen estuviera relacionado con un ajuste narco, ya que ninguno estaría vinculado al mundo del narcotráfico. No obstante, plantearon que la joven habría recibido una golpiza durante una reunión en la que habrían consumido drogas. Acto seguido, la habrían descuartizado y tirado sus partes.
A pesar de que restaría confirmar la mecánica, las autoridades sospecharían que el descarte de los restos se habrían hecho en diferentes momentos. De hecho, una de las grabaciones obtenidas por las cámaras de seguridad mostró a uno de los sospechosos mientras tiraba una bolsa de consorcio con parte de los restos de la joven en la zona de Avenida Agustín Tosco.
De acuerdo con la filmación, el hombre llegó en una moto al punto mencionado. Luego de deshacerse de las que serían las piernas de la víctima, se dirigió hacia una estación de servicio ubicada en la zona del Tropezón. Al llegar al lugar, se bajó y se quitó el casco, lo que permitió su identificación y posterior detención, tras verlo llegar a la vivienda donde presuntamente habría ocurrido el homicidio.
Por su parte, los vecinos indicaron a las autoridades que habían notado varios “movimientos extraños a horarios atípicos”, sobre todo, a la madrugada. Incluso, apuntaron por la presencia de varias personas diferentes que habrían visitado la casa.