Informe: Multimedios El Abaucán Digital
Un hecho de una brutalidad pocas veces vista ha sacudido a la comunidad de Medanitos y Fiambalá. En la mañana de este martes, la Sra. María Siares, visiblemente afectada, realizó una denuncia pública estremecedora: su hijo Elio Quiroga (32) y su nieto Matías Quiroga (18) fueron salvajemente agredidos en un inexplicable acto de violencia en plena vía pública, que comenzó en la Plaza Principal de Medanitos y culminó en las calles de Fiambalá, a más de 25 kilómetros de distancia. Un joven terminó con la oreja mutilada de un mordisco, y los agresores… siguen libres.
Con lágrimas en los ojos y la voz quebrada por la indignación y el dolor, María Siares relató en Radio San Francisco 99.1 y en la redacción de Multimedios Abaucán los angustiantes minutos vividos por su familia. “Esto no fue una pelea callejera, fue una emboscada, fue un intento de linchamiento. Y lo peor… ¡uno de ellos le arrancó parte de la oreja a mi nieto y se la tragó como un animal!”
El ataque ocurrió cuando Matías y Elio regresaban desde la estancia “Los Nacimientos”, transportando un animal vacuno en un camión junto a un amigo, con motivo de un cumpleaños familiar. Al detenerse en Medanitos para comprar algunas bebidas en un comercio cercano a la plaza, fueron interceptados por un grupo de violentos sujetos, quienes comenzaron a insultarlos sin motivo alguno, los amenazaron de muerte, y los atacaron físicamente con una ferocidad irracional. Elio recibió las primeras heridas, y cuando Matías intentó calmar la situación, los agresores redoblaron la violencia.
Ante el terror desatado, los jóvenes decidieron continuar viaje hacia Fiambalá, pero fueron perseguidos implacablemente por los mismos sujetos en otro vehículo. La persecución se extendió durante más de 25 kilómetros hasta alcanzar el casco urbano Fiambalense, donde los agresores no solo continuaron el ataque, sino que desataron su furia con mayor violencia.
Allí, Matías fue derribado y atacado a golpes, hasta que uno de los agresores –identificados extraoficialmente como de apellidos Rivero y Martínez– le arrancó parte de la oreja izquierda de un mordisco, mientras otros atacaban al chofer del camión, quien no tenía relación alguna con el conflicto. Testigos desesperados intentaron recuperar el fragmento cercenado del rostro del joven, pero según los testimonios, el agresor lo habría tragado. “¡Como una bestia, se la tragó! ¡Eso no es humano!”, exclamó María Siares entre sollozos.
A pesar de la gravedad del hecho, y según lo manifestado por la mujer, los agresores continúan en libertad, y lo más escandaloso: la Justicia habría dispuesto una restricción en contra de los damnificados, prohibiéndoles acercarse a sus propios atacantes.
“¿Dónde estamos parados como sociedad?”, se preguntó con impotencia la abuela. “Mi nieto necesita una cirugía reconstructiva urgente que cuesta más de 3 millones de pesos, necesita atención psicológica, y encima tenemos que pedir permiso para pasar por las calles donde ellos andan como si nada, libres, impunes… como si los culpables fuéramos nosotros”.
De acuerdo con lo informado, los agresores ya tendrían antecedentes de actitudes violentas contra jóvenes que visitan la Plaza de Medanitos, especialmente cuando ponen música en sus vehículos. Bajo el pretexto de “molestia por el ruido”, estos sujetos se erigen en dueños de un espacio público, atacando a quien no se ajuste a sus caprichos.
Mientras tanto, la causa está en manos de la Fiscalía de la 5ª Circunscripción Judicial de Tinogasta, y efectivos de la Comisaría de Fiambalá están levantando testimonios y revisando las grabaciones de las cámaras de seguridad que habrían registrado el horror.
Al haber tomado estado público el caso, pobladores exigen que la justicia actúe con firmeza, sin demoras ni favoritismos. “No se puede tolerar que, en una comunidad pacífica como la nuestra, una familia trabajadora y humilde deba vivir una pesadilla semejante. No se puede permitir que un joven de 18 años quede desfigurado, marcado de por vida, mientras los responsables siguen caminando libres por las calles (…) La comunidad clama justicia. La familia Quiroga necesita ayuda. El silencio de las autoridades ya es cómplice. ¿Cuántas orejas más deberán arrancarse para que la ley funcione?”. Dijeron con mucha impotencia.
