La transmisión en vivo del Conicet desde el cañón submarino Mar del Plata llegó a su fin tras varias semanas de exploración que marcaron un hito para la ciencia argentina. El proyecto, en colaboración con el Schmidt Ocean Institute, permitió mostrar en tiempo real los hallazgos de un equipo científico nacional y el despliegue del robot ROV SuBastian, que descendió hasta los 3900 metros de profundidad.

Miles de personas siguieron cada inmersión a través de YouTube, donde las imágenes captadas revelaron especies y comportamientos nunca antes vistos en aguas argentinas. Desde pulpos transparentes hasta calamares bioluminiscentes, las grabaciones sorprendieron por su calidad y contenido, generando furor tanto en la comunidad científica como en redes sociales.

La expedición concluyó con la promesa de futuras campañas en otras áreas del Atlántico Sur, pero el legado ya quedó: decenas de videos y fotos que pasarán a formar parte de repositorios científicos, museos y plataformas educativas.

Criaturas únicas, comportamientos inéditos y registros inolvidables
Uno de los momentos más comentados fue el hallazgo del pulpo Dumbo, del género Grimpoteuthis, registrado a 3781 metros. Su desplazamiento sereno con aletas en forma de orejas fue uno de los clips más compartidos. También sorprendió la presencia de una langosta patagónica cuidando a sus crías, defendiendo activamente su refugio frente al robot submarino.

La medusa de aguas profundas, identificada como Atolla wyvillei, apareció a 2421 metros con sus tentáculos rojizos bioluminiscentes. La imagen, con un entorno oscuro y helado, fue descrita como “una postal de otro mundo”.

Otros ejemplares llamativos fueron la estrella “culona”, apodo otorgado por usuarios a una Hippasteria robusta de formas redondeadas, y el calamar “cochinito” (Helicocranchia pfefferi), de cuerpo globular y transparente.

Ciencia, impacto y redes sociales: el streaming del Conicet fue un fenómeno
Las transmisiones permitieron observar animales como el ctenóforo peine, el pulpo de cristal, el calamar vampiro, y el pirosoma bioluminiscente, todos en sus hábitats naturales y sin interferencia humana directa. El pez granadero, la raya abisal y el cangrejo ermitaño cubierto de percebes completaron la galería de rarezas.

Uno de los registros más visuales fue el del calamar joya, con su cuerpo iridiscente y ojos desiguales, que reflejan adaptaciones extremas al entorno oscuro. También se conoció el momento en que se descubrió un grupo de pepinos de mar púrpuras, apodados “batatitas” por su forma.
“El material recogido será fundamental para entender mejor la biodiversidad abisal”, aseguraron desde el equipo de CONICET. Las imágenes serán ahora procesadas, analizadas y puestas a disposición del público y de investigadores de todo el mundo.