En un artículo publicado recientemente, con motivo de la final de la Copa Libertadores en Argentina, Matías Barberia se ocupó de explicar cómo cambió la actitud de los hinchas brasileños que se burlaban d nuestros billetes de 1.000 pesos rompiéndolos en nuestra cara. El periodista menciona, precisamente, que “una de las provocaciones más emblemáticas que los hinchas brasileños dirigían a los argentinos en el pasado reciente era romper billetes de pesos en señal de burla hacia la fragilidad económica del país vecino”.
“Este gesto, habitual en partidos internacionales no tan lejanos en el tiempo -en agosto hinchas de Cruzeiro rompieron billetes de $1.000 en la Bombonera- ilustraba el valor simbólico que el tipo de cambio real bilateralentre Argentina y Brasil otorgaba a la moneda local: un peso argentino históricamente debilitado frente al real permitía a los visitantes brasileños disfrutar de precios irrisorios en sus viajes”, señala Barberia.
Y luego, menciona que “sin embargo, este año, la situación dio un giro inesperado. En lugar de destrozar billetes, los hinchas que llegaron a Buenos Aires para la final de la Copa Libertadores entre Botafogo y Atlético Mineiro se encontraron quejándose del elevado costo de vida”.
La siguiente, es la explicación de Matías Barberia, publicada en el sitio de noticias Infobae:
La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los EEUU agitó los mercados internacionales. Con la expectativa de políticas económicas más restrictivas en Estados Unidos, especialmente alzas de tasas de interés, las monedas de países emergentes entraron en una espiral de devaluación.
El peso argentino, no obstante, resistió. El Gobierno argentino logró mantener estable su moneda en términos nominales. Pero el real brasileño no corrió con la misma suerte.
En Brasil, una combinación de factores internos agravó la situación. Según la sociedad de Bolsa Cohen y el economista Jerónimo Montalvo de la consultora Abeceb, los problemas estructurales y coyunturales del país jugaron un rol crucial:
- Déficit fiscal creciente: La propuesta de reforma fiscal del gobierno, que incluye aumentos de impuestos para los ingresos altos y exenciones para los más bajos, no cumplió las expectativas del mercado. Esto incrementó el riesgo crediticio y presionó aún más al real.
- Inflación postpandemia: Aunque Brasil logró moderar sus niveles inflacionarios, la pérdida de competitividad acumulada en los últimos años dejó a su economía vulnerable frente a los movimientos del mercado.
- Caída de precios de exportaciones clave: Productos como el petróleo, la soja y el mineral de hierro, fundamentales para el superávit comercial brasileño, registraron retrocesos en sus valores, exacerbando las presiones sobre la moneda.
El resultado fue un desplome histórico: el real alcanzó un nivel de 6,01 por dólar, el más bajo en términos nominales desde que se tienen registros. La devaluación del real tuvo consecuencias directas en la relación económica entre Brasil y Argentina.
Según Portfolio Personal Inversiones (PPI), el tipo de cambio real bilateral entre ambos países cayó al nivel más bajo desde 2015. Esto encareció los productos y servicios argentinos para los brasileños y abarató los bienes brasileños en Argentina, afectando tanto el comercio de bienes como el turismo. Dicho de otra forma, Brasil está en su momento más barato para viajeros argentinos de los últimos 9 años y Argentina en su punto más caro del mismo período. Lo mismo corre para importaciones y exportaciones.
Un claro ejemplo fue el caso de un hincha del Botafogo que se quejó en redes sociales tras pagar 20 dólares por un café y un cheesecake en Buenos Aires. Esta anécdota ilustra cómo la percepción del poder adquisitivo brasileño cambió drásticamente en pocos meses.