En lo profundo de la “Cueva del Azufre”, ubicada en la frontera entre Grecia y Albania, se encuentra una de las maravillas más impresionantes y aterradoras del mundo natural: la telaraña más grande del mundo. Con más de 111.000 arañas viviendo en una megacolonia en completa oscuridad, esta estructura es un verdadero reino de ocho patas.
La telaraña, que se extiende a lo largo de 106 metros cuadrados por la pared de un pequeño pasaje de la cueva, es el hogar de dos tipos diferentes de arañas: la Tegenaria domestica, también conocida como araña doméstica, y la Prinerigone vagans, una especie de araña tejedora de sábanas. Según los investigadores, la colonia de arañas es “extraordinaria” y se alimenta de un denso enjambre de moscas que revolotea sobre el arroyo sulfuroso que fluye a lo largo de la pared de la cueva, según publicó el medio británico The Sun.
La cueva es un ecosistema único, con una gran variedad de seres vivos que se adaptaron a vivir en la oscuridad y el entorno sulfuroso. La colonia de arañas es un ejemplo de cómo estas criaturas pueden prosperar en entornos extremos.
Un festín para las arañas
La presencia de un gran número de moscas en la cueva es un factor clave para la supervivencia de la colonia de arañas. Según los científicos, hay hasta 2,4 millones de moscas en esa parte de la cueva, lo que proporciona abundante alimento para las arañas. Además, la telaraña también es un lugar de reproducción, con una gran cantidad de sacos de huevos que las arañas hembras ponen en la telaraña.
La densidad de las capas de la telaraña hace imposible contar cuántas nidadas de huevos hay, pero los científicos estiman que las arañas domésticas hembras pueden poner hasta 100 huevos en cada saco.
La población de la cueva no se comunica con la superficie y está totalmente aislada del mundo exterior. La colonia de arañas es un ecosistema único que ha evolucionado de manera independiente, y su estudio puede proporcionar valiosa información sobre la evolución y la adaptación de las especies en entornos extremos.





