El interés por los hongos se multiplicó y diversificó en los últimos años. Son organismos complejos con información valiosa que excede por mucho identificar cuáles se pueden comer o son alucinógenos. Seres vitales para sostener la biodiversidad de los ecosistemas. En Jaaukanigás, humedal de Santa Fe reconocido a nivel internacional, comenzó una experiencia para clasificar ese universo. La “Expedición Micológica” ya recolectó al menos 62 especies distintas que están bajo estudio. El objetivo es crear una guía científica, la primera que será publicada en la provincia.
Paula Getar no solo es bióloga y docente en la Universidad Nacional del Litoral (UNL), también es la dueña, junto a sus hermanos, de “Doña Sofía”, una reserva privada de usos múltiples que tiene un convenio con la provincia. Son unas 600 hectáreas en la zona de islas, cerca de Villa Ocampo, departamento General Obligado.
En ese lugar que forma parte de las áreas protegidas, un grupo de investigadores inició un trabajo inédito para Santa Fe. En tres jornadas de junio, hicieron el relevamiento en Jaaukanigás con especialistas de la Fundación de Hongos de Argentina.
“Es la primera vez que se hace algo así. Hay antecedentes de «ciencia ciudadana» que sacan fotos y se suben a plataformas pero nunca se concretó un estudio de este tipo, con especialistas que cumplen protocolos y técnicas para levantar los ejemplares sin dañarlos y luego estudiarlos”, dijo Getar a Rosario3.

Los convenios de la reserva con la UNL y la Fundación de Hongos de Argentina, más el apoyo de la Secretaría de Turismo de Santa Fe, permiten profundizar y continuar el trabajo. La idea es identificar la diversidad de familias y especies que existe en el humedal.
“Vamos a generar una guía completa que será publicada por la editorial de la universidad”, afirmó la coordinadora de la expedición que –sin ser la especialista del equipo interdisciplinario– hace también de vocera.
La ventana para avanzar con el estudio es ahora: de junio a agosto es la temporada de hongos. En esta época del año se puede hacer la colecta porque despliegan el “sombrerito”, que es la parte reproductiva, como si fuera el fruto de una planta.

El trabajo de campo cumplió protocolos de bajo impacto ambiental. La recolección de al menos 62 especies (pueden ser más, lo que evidencia la riqueza del lugar) evitó dañar el micelio, que es la red de filamentos bajo tierra. Las muestras fueron fotografiadas, clasificadas y georreferenciadas.
Después de ese primer paso, se puso en marcha el análisis microscópico. En pocas palabras, las secan, deshidratan y luego las cortan y tiñen con reactivos para observar su evolución.

“Es un proceso lento, de cuatro o cinco meses de trabajo, pero hay familias de hongos raras para Latinoamérica”, dijo Getar y adelantó que harán una segunda jornada de colecta o “Expedición Micológica” en agosto.
El interés tradicional de conocer qué hongos son comestibles o alucinógenos se expandió. Están “de moda” para la confección de bebidas o uso medicinal de microdosis. Pero el reino fungi tiene un protagonismo cada vez más importante en los análisis de suelos. Se estudian, por ejemplo, las redes subterráneas y una comunicación compleja y apasionante con las plantas.
Son, en cualquier caso, vitales para los ecosistemas como descomponedores de materia orgánica y reciclaje de nutrientes. Están en la base de los humedales, principales reservorios de biodiversidad (animales y plantas), agua y esponjas naturales.

Por todo eso, la expedición en la reserva de uso múltiple “Doña Sofía”, el análisis en marcha de las muestras y la posterior publicación de la primera guía de hongos en Santa Fe será un aporte clave para la ciencia, la conservación y la educación ambiental.

Fuente: Rosario 3