Informe: Multimedios El Abaucán Digital
En el año 1947, en pleno auge del automovilismo de aventura, se vivió una de las epopeyas más grandes de la historia del deporte motor sudamericano. Organizada por el Automóvil Club Argentino, con el apoyo del Automóvil Club de Chile, se disputó una carrera internacional de Turismo Carretera que desafió no solo a los pilotos, sino también a los propios límites geográficos de la cordillera de los Andes.
La competencia tuvo inicio y final en la ciudad de Buenos Aires, y se corrió entre el 22 y el 30 de noviembre, totalizando 4.652 kilómetros de recorrido a través de caminos en su mayoría de tierra, atravesando los duros y desafiantes paisajes de Argentina y Chile.
Entre los 97 valientes pilotos que tomaron la largada se encontraba el mítico Juan Manuel Fangio, por entonces aún desconocido en el plano internacional, pero que años más tarde se convertiría en cinco veces campeón mundial de Fórmula Uno y en una leyenda indiscutida del automovilismo mundial. Fangio, a bordo de un Chevrolet Coupé modelo 1939, corrió acompañado por su copiloto Daniel Urrutia, con el número 2 en su vehículo.
Uno de los momentos más memorables de aquella carrera fue el cruce de la imponente cordillera de los Andes por el Paso de San Francisco, una ruta de extrema complejidad y belleza, que conecta el noroeste argentino con el norte chileno. Este paso internacional, que atraviesa las alturas del distrito de Fiambalá, fue testigo del paso del futuro campeón mundial, en una hazaña que dejó una huella silenciosa pero imborrable en la historia del deporte motor y en la identidad de esta región catamarqueña.
En ese entonces, Fiambalá y su entorno eran apenas conocidos en el mapa nacional, pero gracias a eventos como este comenzaron a formar parte de un relato que une pasión, geografía y desafío humano. El Paso de San Francisco, con sus más de 4.700 metros sobre el nivel del mar, no solo fue un obstáculo natural, sino también un escenario épico donde los motores rugieron entre el viento, el polvo y la inmensidad de la puna.
Pese a enfrentar problemas mecánicos en las etapas finales, Fangio logró finalizar la competencia en el sexto puesto de la clasificación general, mientras que la victoria fue para Oscar Gálvez, hermano del también célebre Juan Gálvez, quien ganó la última etapa pero no la general. De los 97 autos que comenzaron la travesía, solo 38 lograron llegar a la meta, reflejando la dureza extrema de la competencia, especialmente en los tramos de alta montaña.
Hoy, casi ocho décadas después, Fiambalá y el Paso San Francisco siguen siendo escenarios cargados de historia, valor cultural y oportunidades turísticas. Recordar que Juan Manuel Fangio cruzó estos caminos no solo honra el pasado, sino que también invita a revitalizar y visibilizar esta joya del automovilismo y del patrimonio regional, con el anhelo de que algún día estos relatos vuelvan a ocupar el lugar que merecen en el mapa del deporte nacional.


Crédito: Mountain Experience Trekking & Aventure Fiambalá Catamarca