Fundación Vida Silvestre Argentina destaca la urgencia de conservar y restaurar pastizales y sabanas naturales, ecosistemas que ayudan a enfrentar la desertificación, proteger la biodiversidad y asegurar el bienestar de las comunidades. Solo el 8% de estos ecosistemas está protegido a nivel mundial y en Argentina ya se han perdido más de 3 millones de hectáreas en dos décadas.
En el marco del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se conmemora el 17 de junio, la Fundación Vida Silvestre Argentina hace un llamado urgente a la acción para proteger y gestionar de forma sostenible los pastizales y sabanas naturales, ecosistemas esenciales en la lucha contra la degradación de tierras, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.
Estos ecosistemas no solo son el hábitat de una enorme cantidad de especies nativas -muchas de ellas endémicas o amenazadas de extinción-, sino que también brindan servicios ecosistémicos indispensables: almacenan carbono, regulan el ciclo del agua, previenen inundaciones, evitan la desertificación de los suelos, purifican el aire y tienen un rol preponderante en la seguridad alimentaria a través de la producción responsable de alimentos.
Además, son claves para la conectividad y los flujos ecológicos entre ecosistemas, ofrecen medios de vida a comunidades rurales, contribuyen a mantener la identidad cultural y son fuente de recreación, conocimiento y turismo.
Estos ecosistemas, dominados por vegetación herbácea como las gramíneas, ocupan cerca del 54% de la superficie terrestre del planeta y contienen el 33% de los puntos críticos de biodiversidad.
A pesar de su importancia, solo el 8% está protegido y aproximadamente el 40% ya ha sido transformado, según datos internacionales.
“Proteger nuestros pastizales y sabanas no es solo una cuestión ambiental, es una apuesta estratégica por el futuro”, subrayó Sebastián Fermani, director de Conservación de la Fundación.
“Son ecosistemas históricamente subvalorados que cumplen un rol central en la regulación hídrica, la producción responsable de alimentos y la prevención de la desertificación”.
Los pastizales y sabanas sanos actúan como amortiguadores frente a las variaciones climáticas extremas, como las sequías, debido a su evolución milenaria en condiciones variables.
Sin embargo, prácticas como el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y la deforestación los vuelven cada vez más vulnerables, incluso en zonas húmedas, acelerando su degradación.

Ecosistemas bajo amenaza en Argentina
En Argentina, los pastizales y sabanas naturales son el hogar de especies nativas emblemáticas como el venado de las pampas (Ozotoceros bezoarticus), el ñandú (Rhea americana), el cardenal amarillo (Gubernatrix cristata) y el puma (Puma concolor), entre otras.
Sin embargo, siguiendo la tendencia mundial, la expansión agrícola, el sobrepastoreo y el cambio climático amenazan su equilibrio: se estima que entre 2000 y 2019 se perdieron más de 3 millones de hectáreas de pastizales naturales, siendo la ecorregión pampeana la más amenazada.
Los cambios en el uso del suelo, principalmente para actividades agropecuarias no sustentables y expansión urbana, han reducido y alterado significativamente los ambientes de pastizales y sabanas de la Argentina, poniendo en riesgo su biodiversidad y afectando los servicios ecosistémicos que brindan a las poblaciones locales. Son los ecosistemas más transformados, y por ende los más escasos.
Cuatro grandes ecorregiones contienen estos ecosistemas:
- Pampas: la ecorregión Pampeana cubre alrededor del 60% del área de pastizales de Argentina, siendo la más extensa y ocupando cerca del 15% del territorio terrestre continental del país. Posee una notable biodiversidad que incluye alrededor de un centenar de mamíferos terrestres, como el icónico venado de las pampas. Alrededor del 80% de los pastizales pampeanos ya han sido transformados para actividades agrícolas y ganaderas, y sólo el 2,6% se encuentra bajo áreas protegidas.
- Campos y Malezales: también llamada la Sabana Mesopotámica, esta ecorregión es una llanura ondulada cubierta con diferentes tipos de pastizales. La vegetación está formada en el norte por pajonales y pastizales, compuestos por diversas comunidades de herbáceas con especies típicas de las ecorregiones del Gran Chaco y del Bosque Atlántico. Poco más del 20% de los Campos y Malezales ya fueron convertidos, mientras que tan sólo el 1% se encuentra protegido. Esto amenaza la subsistencia de especies nativas en peligro, como el aguará guazú, el tordo amarillo, entre otras, que dependen de la existencia de pastos altos.
- Espinal: caracterizado por pastizales y bosques y denominado como la “pampa boscosa”, alberga muchas especies pampeanas que son afectadas por la caza y la transformación del hábitat. Gran parte del Espinal está ubicado en terrenos con un alto nivel de desarrollo agrícola y urbanístico, lo que llevó a que cerca del 50% fuera convertido. Sólo un 1,6% de su superficie se encuentra protegida.
- Chaco Húmedo: forma parte del Gran Chaco y se caracteriza por su gran cantidad de cursos fluviales y humedales. Alberga una particular flora y fauna, destacándose la cantidad de especies de reptiles, aves y mamíferos, muy distinta a las regiones más secas de la región chaqueña. Esta ecorregión sufrió la conversión del 15% de su superficie, y del territorio remanente sólo alrededor del 1% se encuentra bajo alguna categoría de protección.

Soluciones y llamados a la acción
Desde Fundación Vida Silvestre se promueven prácticas sustentables como la ganadería compatible con la conservación, la creación de áreas protegidas públicas y privadas, y la restauración de zonas degradadas en áreas prioritarias de pastizales y sabanas.
“Es necesario armonizar la producción con la conservación”, remarcó Fermani. “La pérdida de estos ecosistemas no solo afecta la biodiversidad, sino también el sustento y el bienestar de las comunidades rurales”.
La Fundación insiste en que proteger y restaurar estos ecosistemas es clave para aumentar la resiliencia ante el cambio climático, garantizar la seguridad alimentaria, conservar el suelo y fortalecer las economías locales.