Con la reciente instalación de la tradicional chimenea en la Capilla Sixtina, el Vaticano se prepara para una de las ceremonias más esperadas por fieles de todo el mundo: la elección del nuevo Papa. Las proyecciones indican que el cónclave podría definir al sucesor de Francisco el 8 o 9 de mayo, y se espera una votación rápida.
El viernes pasado, trabajadores del Vaticano colocaron el humero en el techo del edificio sagrado, un símbolo clave que anuncia al mundo la designación del nuevo Sumo Pontífice. Aunque la maniobra pasó desapercibida para muchos turistas en la Plaza San Pedro, varios visitantes registraron el momento y lo compartieron en redes sociales, anticipando lo que será una cobertura global.
Desde el próximo miércoles, 133 cardenales se reunirán a puertas cerradas en la Capilla Sixtina, donde comenzarán las votaciones del cónclave. Se realizarán cuatro votaciones por día —dos por la mañana y dos por la tarde— hasta alcanzar un consenso.
Los votos se quemarán en una estufa especial. Si no se logra elegir a un nuevo pontífice, el humo que saldrá por la chimenea será negro. En cambio, si hay acuerdo, el humo blanco anunciará al mundo que “Habemus papam”.
La atención internacional ya está puesta sobre Roma. La elección del nuevo Papa no solo marcará el futuro de la Iglesia católica, sino que también tendrá un fuerte impacto en la política global y en el vínculo del Vaticano con otras religiones y culturas.