Un abuelo de 76 años abusó repetidamente de sus seis nietas

El 10 de febrero de 2024 marcó el inicio de un caso espeluznante en la provincia de Salta, cuando el padre de una adolescente denunció a su propio progenitor tras conocer que su hija de 17 años había sido víctima de abuso desde los 7 años. El testimonio de la joven fue solo el comienzo de una cadena de acusaciones. La madre, consternada, amplió la denuncia ese mismo día en representación de otra hija menor. 

Al día siguiente, una nueva madre acudió a las autoridades para denunciar que su hija de 13 años también había sufrido abuso por parte del mismo hombre, quien resultó ser su abuelo. La reiteración de los relatos expuso una conducta aberrante sostenida durante años. La historia tomó mayor gravedad cuando una joven mayor de edad se presentó ante la Fiscalía para relatar su propia experiencia, así como la de su hermana menor. 

Los relatos compartían detalles estremecedores sobre los lugares, momentos y formas en que el imputado actuaba durante las visitas a su casa. La investigación avanzó con celeridad, incorporando pericias psicológicas, testimonios ampliados y documentos probatorios. La Fiscalía Penal 1 de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual intervino de inmediato, concentrando esfuerzos en recolectar las pruebas necesarias para sostener la acusación. 

En total, seis jóvenes denunciaron haber sido víctimas de abuso, en algunos casos desde los seis años de edad. Las edades actuales de las damnificadas oscilan entre los 13 y los 19 años. El fiscal Federico Obeid reunió un sólido cuerpo de evidencias, incluyendo peritajes médicos y psicológicos, que permitieron dar sustento a la imputación. Las acusaciones incluyen abuso sexual con acceso carnal agravado y abuso gravemente ultrajante, ambos agravados por el vínculo familiar y la convivencia preexistente.

La causa fue finalmente elevada a juicio por el Juzgado de Garantías 4, donde el acusado deberá enfrentar múltiples cargos. El caso ha causado conmoción por el número de víctimas, el grado de perversidad y el hecho de que el agresor era una figura de confianza dentro del núcleo familiar. Desde organismos de protección infantil instan a las familias a prestar atención a los signos de violencia encubierta.