El Ministerio de Salud de la provincia cuenta con el Programa de Salud Cardiovascular (PSCV), una estrategia que se enfoca en la prevención, diagnóstico y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo.
En este marco, gracias al trabajo articulado entre el sistema de salud pública y privada, un paciente de 55 años, pudo ser estabilizado, intervenido y dado de alta, luego de sufrir un infarto agudo de miocardio.
Sin antecedentes ni factores de riesgo conocidos, el paciente realizó una consulta por dolor torácico en el Caps Carlos Bravo, desde donde fue derivado de inmediato al Hospital San Juan Bautista. Allí fue atendido por Emergencias y el cardiólogo de guardia, quien ya había sido alertado para coordinar la preparación y estabilización del paciente, y se aseguró su traslado en condiciones óptimas a un centro de salud privado, donde se le realizó una cinecoronariografía y se detectó una obstrucción total de la arteria coronaria derecha, por lo que se procedió a una angioplastia con colocación de un stent farmacológico.
Posteriormente, el paciente regresó al Hospital San Juan Bautista, donde permaneció bajo observación en la Unidad Coronaria, sin complicaciones, y finalmente fue dado de alta.
“Para el infarto, el tiempo es fundamental. Se dice que cada minuto sirve, porque es significativo en cuanto al tejido cardíaco que se daña. Entonces, cuando se produce la obstrucción de la arteria y la lesión en el corazón, lo más importante es hacer todos los procedimientos y los procesos lo más rápidamente posible para destapar la arteria. Hay un indicador, que se llama tiempo puerta-balón, que evalúa los procesos hospitalarios y mide la calidad de atención. Ese tiempo, que no debe superar los 90 minutos, es el que transcurre entre que el paciente ingresó al hospital con dolor de pecho —ese es el minuto cero— y el momento en que está entrando en hemodinamia y le hacen la punción para el cateterismo”, explicó el Dr. Lisandro Arcuri, cardiólogo del Hospital San Juan.