Por primera vez en la historia, la obesidad infantil superó al bajo peso como la forma más frecuente de desnutrición entre niños en edad escolar y adolescentes en todo el mundo, según reveló Unicef en un informe difundido este martes. El documento internacional, respaldado por datos de más de 190 países, señala que el avance de la obesidad representa un cambio radical en el panorama nutricional global y plantea desafíos urgentes para los sistemas de salud pública.
En el documento, el organismo destaca que actualmente uno de cada diez niños de entre 5 y 19 años presenta obesidad. La cifra asciende a 188 millones de menores de edad en todo el mundo, lo que posiciona la obesidad como un desafío de salud pública mayor a nivel global.

Según los datos recogidos por Unicef, el número de niños y adolescentes con obesidad se triplicó desde el año 2000, pasando del 3% al 9,4%. El reporte detalla que, por primera vez, la población infantil y adolescente con obesidad supera a la que padece desnutrición grave.
El documento, que reúne datos de más de 190 países, revela tendencias preocupantes en distintas regiones. Las islas del Pacífico concentran las tasas más altas de obesidad infantil en el mundo. Según el informe de Unicef, Niue y las Islas Cook encabezan el listado, con cerca del 40% de los jóvenes de 5 a 19 años en condición de obesidad. A ellas se suman Nauru, Tokelau y Tonga, que presentan cerca del 33% y se ubican también entre los países con los índices más elevados.
Estados Unidos figura entre los veinte países con mayor obesidad infantil a nivel global, con una tasa cercana al 20%, lo que consolida a estos territorios como los principales focos de la epidemia, según los datos internacionales. El panorama en América del Norte y gran parte de Sudamérica también muestra prevalencias elevadas. Chile registra un 27% de niños en esta condición. En tanto, Emiratos Árabes Unidos es otro de los países con cifras elevadas, con tasas del 21%.

A nivel mundial, 391 millones de niños y adolescentes presentan sobrepeso, la mitad de ellos clasificados como obesos, de acuerdo con los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El avance de la obesidad infantil encuentra su raíz en cambios drásticos en los patrones alimentarios y en el entorno de consumo. Así, los informes de Unicef indican que los productos ultraprocesados y las bebidas azucaradas reemplazaron parte esencial de las dietas tradicionales, desplazando nutrientes fundamentales como frutas, verduras y proteínas. El acceso a alimentos baratos, ricos en azúcares y grasas, se generalizó tanto en países de altos como de bajos ingresos.
El entorno alimentario que rodea a la infancia destaca por una presencia dominante de productos ultraprocesados, reforzada por estrategias de marketing altamente dirigidas. Datos del informe muestran que tres de cada cuatro niños y adolescentes encuestados afirman haber estado expuestos a publicidad de comida rápida o bebidas azucaradas en la última semana. Además, un 60% reconoce que estos anuncios influyen directamente en su deseo de consumo. La tendencia global se ve agravada porque estos productos suelen costar un 50% menos que los alimentos frescos o mínimamente procesados, de acuerdo con estimaciones de las Naciones Unidas.
En varios países pobres, la transición alimentaria ocurre en contextos de sistemas de salud diseñados para combatir la desnutrición, lo que limita la capacidad de respuesta ante el surgimiento de la obesidad. Las consecuencias se ven reflejadas en regiones donde, junto a la obesidad, persisten tasas elevadas de bajo peso y malnutrición.
Los efectos de la obesidad infantil exceden los desafíos inmediatos de peso y apariencia física. Unicef advierte que los niños con obesidad enfrentan un riesgo mayor de desarrollar diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial y ciertos tipos de cáncer. Además, existen implicancias sobre el desarrollo cognitivo y la salud mental, además de la calidad de vida futura de los afectados.
El impacto socioeconómico alcanza proporciones inéditas. Las proyecciones del organismo prevén que el costo mundial asociado al sobrepeso y la obesidad superará los 4 billones de dólares anuales hacia 2035. A nivel nacional, países como Perú estiman que la carga sanitaria ligada a la obesidad infantil implicaría más de 210 mil millones de dólares en una generación. Tampoco desaparece la llamada “doble carga”, que describe la convivencia de la desnutrición crónica con el crecimiento paralelo de la obesidad.