Más mosquitos, menos predadores: qué relación existe con los brotes de dengue

Conocedor del campo, el docente y productor Maximiliano Leo analizó el retroceso de sapos, peces, aguaciles y murciélagos. El director de Vectores Carlos Tasinato aclaró que el aedes transmisor del dengue es urbano y su propagación depende de otros factores. La pampa sembrada de huevos, los límites de la vacuna y la vulnerabilidad social

Maximiliano Leo vive en Puerto Gaboto y anda mucho por el campo. Es docente y productor de alimentos pero su esencia de explorador lo convirtió en un conocedor de la región y comunicador ambiental. Es autor del libro “Ambientes y plantas del río Paraná” y coordina las recorridas “Monte encuentro”. Nunca, en sus 46 años de vida, vio tantos mosquitos como en el otoño pasado. Tuvimos ocho meses, por lo menos desde octubre a junio. Fue impresionante, nunca visto, tampoco por la gente más grande. Junio fue un mes caluroso y seguía habiendo mosquitada como si estuviéramos en marzo o abril”, recordó.

Todos esos insectos, especula con toda lógica, regaron de huevos la pampa húmeda. Con los primeros calores continuos de la primavera, eclosionarán y habrá otra invasión de zancudos que, y esto es lo grave, transmiten distintas enfermedades.

¿Dónde están los predadores de los huevos y las larvas? Maximiliano Leo desarrolló y compartió una hipótesis: el modelo agropecuario basado en pocos cultivos, uso intensivo de agrotóxicos y pérdida de variedad de fauna y flora (quedan pocas granjas o chacras) diezmaron los hábitat de las especies que regulaban la población de los insectos picadores.

“Cuando era chico, acá en el campo, alrededor de una luz prendida en la noche estaba todo el bicherío y las zanjas estaban llenas de sapitos comiendo, y eso no existe más, no hay más sapos. En esta época, en invierno, volvías lleno de ronchas de los jejenes. Y decías, bueno, el jején se termina cuando llega el aguacil o libélula, que son súper predadores, pero ahora no hay jejenes y tampoco hay aguaciles, no está más esas mangas gigantes que llegaban sobre el final de invierno”, siguió en diálogo con Rosario3.

“Después –sumó–, en la llanura pampeana hay miles de lagunitas que se forman. Si ves una imagen satelital vas a ver que está lleno de manchones, humedales que antes tenían muchas mojarritas. Un tipo que se llama cynolebias, que aunque la laguna se seca pone huevos en las grietas de la arcilla. Quedan ahí y cuando llueve se vuelven activar. Y ahora no las ves, las lagunitas están estériles y ya no están esos peces para comer las larvas”.

“Tampoco se escucha de noche el ruido de los murciélagos cazando mosquitos adultos como antes. Fuimos alejando a sus predadores, en sus distintas etapas, en estos 30 años”, completó.

Para reforzar sus observaciones, que no son solo de él sino de quienes habitan en la ruralidad, Leo pidió ayuda a académicos destacados e investigadores. Tanto Guillermo Montero, ingeniero agrónomo y secretario general de la UNR, como Laura Sánchez, investigadora del Conicet, le aportaron documentos y papers sobre el tema. Anudó la descripción de cuáles son y cómo actúan los predadores del mosquito con su análisis de la mutación del territorio que conoce.

Montero confirmó que esos estudios que compartió marcan cuáles son las especies predadores de mosquitos y “cierta declinación” de esos controladores. Eso incide pero sobre todo enfocó el problema en “el enorme efecto que produce el cambio climático con la tropicalización de los ambientes templados”, lo que genera las condiciones para la propagación del mosquito.

El ingeniero agrónomo añadió como efecto secundario “el modelo productivo que se desarrolla y envenena el ambiente, y hace que disminuyan o declinen las poblaciones de controladores naturales de mosquito”.

Para Maximiliano Leo, no hay dudas que una cosa está vinculada con la otra. En la temporada 2023/2024 (la circulación fuerte suele empezar en diciembre), hubo más mosquitos que nunca y el cierre de este año, o incluso antes, promete ser igual o peor. “Está la tierra tapizada de huevos y no hay quién se los coma. Hace unos años vi algo en la isla que llamó la atención. Una huella de vaca, con un poco de agua, y se habían formado 80 larvas; 80 en una sola huella, las conté”, describió. 

Foto: Maximiliano Leo

“No nos damos cuenta de la alteración que estamos haciendo en el ambiente. Salvo que seas un negacionista, está claro que el mundo se está calentando. Lo de los mosquitos es apenas algo que vemos, las enfermedades que transmiten son muchas, pero otras cosas no y puede ser más grave. Vamos hacia un mundo cada vez más difícil de habitar”, afirmó el estudioso de la naturaleza.

La ciudad, otra realidad 

Más mosquitos y menos predadores no es sinónimo de aumento de casos de dengue. El director de Vectores de la Municipalidad de Rosario, Carlos Tasinato, marcó una diferencia entre el escenario rural y lo que ocurre en la ciudad. La primera (y sustancial) diferencia es que el transmisor del virus del dengue no es cualquier mosquito sino el aedes aegypti, que se multiplica en espacios urbanos.

“¿Cuáles serían los predadores de un mosquito que se cría dentro de una casa?”, preguntó Tasinato para dividir los temas y explicó: “El aedes tiene una característica distintiva que es intra domiciliario. El aspecto cada vez más urbano lo fue alejando de los depredadores naturales”. 

Al margen de ese punto, señaló a Rosario3 que los murciélagos son un controlador natural de insectos pero aclaró que la especie cola de ratón o moloso, conocida en la ciudad, en general prefiere cazar polillas que mosquitos por una cuestión de “ahorro energético”. 

“Comer un mosquito le implica un costo energético muy alto porque cazarlo es lo mismo que cazar una polilla y la polilla tiene 50 veces más capacidad nutricional que el mosquito”, explicó y estiró esa misma lógica a las arañas que son “muy ocasionales” como para considerarlas reguladoras de la población. 

Otros potenciales enemigos del mosquito, como los gorriones o golondrinas, también tienen un impacto menor. Por la cuestión energética mencionada y por otro factor: “Los mosquitos son de hábitos crepusculares, vas a ver el pico de mayor actividad a la mañana temprano y al atardecer, cuando en general la actividad de los pájaros es menor que en pleno día”.

Para Tasinato, una disminución de los predadores del mosquito “no tiene nada que ver” con los picos de contagios de dengue que se dieron muy por encima de las medias en la última temporada en Rosario, la provincia y la región.

“Tuvimos distintas poblaciones de mosquito que no son aedes. Por ejemplo, el ingreso del charquero, un mosquito típico de Sudamérica, de zonas llanuras, que ha existido desde siempre y llega por oleadas. Independientemente de los predadores que haya. Pasa por otro lado, pasa por cuestiones ambientales, asociado a humedades y temperaturas propicias en el momento adecuado”, describió.

“Entonces, vos podés tener una cierta cantidad de depredadores pero eso no va a alcanzar, en un corto tiempo, a regular la población”, dijo y siguió: “En medios acuáticos sí vas a tener una serie de peces larvívoros que se van a alimentar de larvas de mosquitos. Pero los aedes que se crían en los pequeños espacios de agua temporales, que se sostienen durante unos días y le da tiempo a desarrollarse, ahí no tenés peces. Lo mismo con los anfibios. Entonces, no van a controlar al mosquito”. 

En síntesis, concluyó: “No creo que el avance del dengue tenga que ver con la desaparición de predadores. Ocupan nichos distintos, el aedes puede estar en un florero o cualquier recipiente, son muy urbanos como para encontrarse con esas especies. Es más: se ha ido adaptando a la vida humana y prefiere hábitats artificiales”.

Vulnerabilidad social y cambio climático

Para el especialista, la expansión del aedes aegypti se explica más en las condiciones climáticas, la tropicalización de nuestra región como consecuencia del calentamiento global y sobre todo la “vulnerabilidad de la sociedad en cuanto a los asentamientos precarios, el hacinamiento de las personas y la falta de acceso a agua potable, que muchas veces deriva en la existencia de recipientes irregulares con agua”.

“No es una especie nueva en nuestras latitudes si no que es reemergente. Hasta mediados del siglo XX, cuando se lo fue corriendo, estuvo presente y casi seguro responsable de las epidemias de fiebre amarilla. Algunos autores piensan que por resistencia a los insecticidas usados a mediados del siglo XX, la urbanización desordenada e incesante en nuestro continente, la irrupción de envases plásticos y su posterior abandono hizo que reingresara nuevamente”, aseguró.

Tasinato aclaró que no es correcto hablar de invasión: “El mosquito está acá, lo que se mueve es el virus. Se mueve con las personas que llegan infectadas desde otras zonas. Los brotes empiezan con casos importados porque acá el mosquito nace sano pero se infecta y va replicando la enfermedad”.

Por eso, para la prevención en esta época del año –cuando todavía no hay mosquitos adultos en vuelo– es el pedido oficial para limpiar casas, patios y exteriores de recipientes o espacios que pueden tener agua acumulada. “Esa es la herramienta más importante, más que pensar en predadores, porque sería muy poco eficaz”, reforzó.