Tras una denuncia del periodista, la Justicia identificó a una persona que lo hostigaba de forma permanente. “Mi caso puede ser paradigmático”, asegura el conductor.
“Sé por donde te movés”, “Tus hijos se van a quedar sin padre”, “tu familia la va a pagar”. Amenazas, insultos, agresiones. Moneda corriente en el mundo de las redes sociales, donde muchas personas, en algunos casos usando sus nombres reales, pero mayormente escudados en el anonimato, detrás de identidades y fotos de fantasía, se sienten impunes y capaces de hacer lo que seguramente no tendrían el valor de concretar cara a cara.
Sabiendo bien que no deben pagar las consecuencias de sus actos intimidatorios, estos “valientes” de las redes no cesan en su accionar, no solo amparados por el anonimato, sino también por el escaso control de las plataformas y un vacío legal sobre la cuestión. Sin embargo, una reciente y novedosa sentencia judicial, dictada luego de una denuncia del periodista Martín Liberman, puede sentar un precedente para empezar a revertir la lógica de ese mundo virtual. Cansado de sufrir hostigamiento permanente y amenazas, que fueron subiendo el tono y la gravedad -los textuales que encabezan esta nota son mensajes que él recibió- Liberman se decidió a dar un paso más y denunció en los Tribunales lo que estaba soportando, simplemente por hacer su trabajo de periodista.
“Lamentablemente estoy acostumbrado a que la gente me amenace, me agreda, me falte el respeto en las redes sociales. Con el paso del tiempo se tornó algo cotidiano y he llegado a naturalizarlo. Pero algunas personas se extralimitaron, yo no puedo desentenderme de eso”, asegura Liberman en diálogo con el sitio Infobae, y reconoce que “el entorno, la familia, los amigos, generalmente te dicen ‘no les des bola, bloquealos’”.
“Pero yo no soy un robot, no es tan fácil solo ir y bloquear, soy un ser humano, te fluye la sangre. El día que tomé la decisión (de recurrir a la Justicia) leí cosas que me hicieron ruido puntualmente”. Se refiere a las violentas amenazas contra sus hijos, contra su familia. Incluso una persona le aseguró que conocía los lugares que frecuentaban. Ese hostigamiento ocurría con frecuencia en mensajes directos a la cuenta de Instagram de Liberman.
“Hice todo callado, por lo bajo, alentado por el dolor que sufrí. Yo hago mi trabajo y no me meto con nadie, ¿por qué tengo que bancarme que me amenacen, que se metan con mi familia? Me sentí realmente frágil ante lo que pasó”, explica el periodista y conductor.
Con paciencia y perseverancia, y asistido por su abogado, el doctor Fernando Madeo Facente, Liberman decidió denunciar en la justicia porteña a varios de sus agresores virtuales y ya consiguió que al menos uno de ellos fuera identificado. Hasta el momento esto solo se había visto en casos de amenazas virtuales a personas con altos cargos públicos, no cuando los intimidados eran ciudadanos de a pie.
Esta persona identificada, a quien llamaremos por sus iniciales, C.M., se vio sorprendida el día que agentes de seguridad se presentaron en su domicilio. Ese día, fue demorada y llevada a comparecer. Allí reconoció su responsabilidad como autora de las amenazas a Liberman, en una investigación caratulada como “hostigamiento digital”, y aceptó firmar una suspensión de juicio a prueba, un acuerdo entre las partes, para evitar ser sometida a un proceso, lo que se conoce habitualmente como probation.
C.M. reconoció la comisión del delito y a partir del acuerdo firmado tuvo que fijar un domicilio, para poder ser ubicado por la justicia, se comprometió a no contactar por ningún medio a Liberman y le fue impuesta la realización de un Programa de Capacitación en Convivencia Urbana por el lapso de seis meses. Si durante ese tiempo C.M. incumple alguna de las pautas establecidas por la justicia el acuerdo se caerá, la causa se activará nuevamente y será sometido a un juicio. Cabe destacar que C.M. no residía en la Ciudad de Buenos Aires, sino en una provincia del interior del país. Por ese motivo el juzgado porteño le pidió la cooperación a la justicia y a las fuerzas de seguridad de esa provincia.
La causa tramitó en el Juzgado de Primera Instancia en lo Penal y Contravencional número 3, a cargo de la magistrada María Mercedes Maiorano e intervino la fiscalía 7, a cargo de Matías de Sanctis, asistido por su secretaria Alejandra García. Tanto Liberman como su abogado destacan la tarea realizada por las autoridades judiciales. La denuncia fue realizada en febrero y para octubre C.M. ya estaba identificado y reconociendo su culpabilidad. También coinciden en que esta sentencia puede ser “un hito, un caso paradigmático”, que sirva para empezar a cambiar las cosas.
“Esto va a servir para concientizar a los dos lados. Para que sepan que nadie tiene derecho a insultar, a agredir, que el agresor lo piense dos veces. Que si no le caes bien, que no te sigan, que no te consuman y listo. Y del lado de los agredidos, de los hostigados, que sepan que no están solos, que sepan que no tienen porque tener miedo. Mi caso puede ser paradigmático”, se esperanza Liberman.