Demoras en reintegros, falta de cobertura en prácticas esenciales y medicamentos sin aplicación, son parte del colapso que vive IOSFA. A esto se suman los bajos salarios en las fuerzas federales, que impulsan a miles de efectivos a abandonar la carrera.
La crisis del sistema de salud de las fuerzas armadas y de seguridad nacionales se agudizó este año, con reclamos cada vez más frecuentes de afiliados a la obra social IOSFA (Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas y de Seguridad). Según datos relevados por organizaciones vinculadas a activos, retirados y familiares, los problemas en la cobertura médica se agravaron, al tiempo que se multiplican los pedidos de baja voluntaria: más de 2200 efectivos habrían abandonado sus cargos en lo que va del 2025.
IOSFA, que cubre a integrantes activos y retirados del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, Prefectura Naval y Gendarmería, arrastra una serie de dificultades operativas que se profundizaron en los últimos meses. Entre los principales reclamos aparecen los reintegros atrasados, que solían abonarse en un plazo de 30 días pero ahora pueden demorar meses.
En muchos casos, los pagos hechos por afiliados, por prácticas efectuadas por médicos que trabajaban con la obra social, pero que dejaron de hacerlo por atrasos en el cobro, aún no han sido reembolsados luego de meses, generando una fuerte carga económica para los pacientes. Misma situación se da con medicamentos adquiridos en farmacias que por mora en el cobro, dejaron de atender a los afiliados de IOSFA.
Uno de los puntos más críticos es el tratamiento de pacientes oncológicos y personas con enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión. Si bien en algunos casos se garantiza la provisión de medicamentos, no ocurre lo mismo con las prácticas asociadas a esos tratamientos. En otros casos, afiliados denuncian que hace al menos dos meses no están entregando medicación oncológica y para transplantados, tratamientos que de ninguna manera pueden interrumpirse.
Numerosos especialistas, especialmente oncólogos, han dejado de atender por IOSFA ante la falta de pagos o demoras en la autorización de prácticas médicas. Así, aunque el paciente logre acceder al medicamento, debe pagar de su bolsillo la aplicación del mismo, internaciones o consultas profesionales, lo que vuelve económicamente inviable la continuidad de los tratamientos.
La situación se replica en otras especialidades. Prácticas como la kinesiología, fundamentales en procesos de recuperación postoperatoria, deben ser abonadas por los afiliados. Esto significa que incluso quienes lograron operarse bajo la cobertura de IOSFA, hoy no pueden realizar su rehabilitación sin afrontar gastos imposibles de cubrir para muchos afiliados.
A los problemas sanitarios se suman los bajos salarios que perciben los efectivos de las fuerzas federales. En comparación con otros trabajos de menor exigencia física o riesgo, los sueldos resultan poco competitivos. El caso del sur del país es paradigmático: en zonas como la Patagonia, los sueldos de un gendarme rondan los 700.000 pesos, mientras que un trabajador del rubro de la construcción puede ganar entre 1.200.000 y 1.300.000 pesos. La ecuación es clara para muchos: menos riesgo, más dinero, mejores condiciones.
“Muchos conocidos de mi papá pidieron la baja en el sur. Algunos ya están trabajando como albañiles o en otros oficios. Antes te recomendaban ir al sur por el plus salarial, pero ahora no alcanza. El sueldo se devalúa rápido y encima tenés que pagar prácticas médicas que la obra social ya no cubre”, comentaron desde el entorno de un afiliado.
Este fenómeno impacta directamente en la operatividad de las fuerzas federales, que se ven obligadas a lanzar constantes campañas de reclutamiento para suplir las bajas. El llamado urgente a nuevos aspirantes contrasta con una realidad de condiciones laborales desmejoradas, sueldos rezagados y una cobertura de salud que ya no garantiza los servicios básicos.
En Misiones, si bien no hay cifras oficiales desagregadas, también se reportaron casos de agentes federales que decidieron dejar la fuerza para dedicarse a actividades con mayor retribución económica. La combinación entre una obra social colapsada y una remuneración insuficiente parece ser el detonante de una crisis silenciosa, que erosiona el sistema de seguridad nacional desde adentro.