Rodeadas de guerreros que matan por ella y detractores que la quisieran afuera de la política, la nueva titular del PJ no tiene la misma ascendencia de los últimos años. Hay luces de alerta sobre los límites de la conducción política que se pueden divisar con facilidad. La ex presidenta parece darse cuenta. Y desde esa debilidad disimulada intenta revitalizar su liderazgo con protagonismo, polarización y centralidad.
Afuera de cualquier discusión está el tamaño de su figura como líder política. Dentro del peronismo no hay ningún dirigente que pueda igualarla. Pero su conducción ya no toca la fibra íntima de todos. No ordena la superestructura. El acto de asunción a la presidencia justicialista es el mejor ejemplo de las limitaciones. Ninguno de los seis gobernadores del partido estuvieron presentes. De los 84 intendentes peronistas de Buenos Aires, no hubo más de 20 en la UMET. Estuvieron los de siempre.
En la política tradicional, que es la que practica el peronismo – a diferencia de Javier Milei y La Libertad Avanza – las presencias y las ausencias en los actos son una señal clara de apoyo o distanciamiento. Salvo que haya excepciones por viajes, enfermedades o eventos de gestión. Pero suele ser raro que las excepciones se amontonen en las acciones de diferentes nombres propios. Son mensajes políticos. Gestos.
El PJ tiene seis gobernadores: Axel Kicillof (Buenos Aires), Ricardo Quintela (La Rioja), Gildo Insfrán (Formosa), Raúl Jalil (Catamarca) Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Sergio Ziliotto (La Pampa). Ninguno asistió a al acto donde CFK tomó el control del partido. Solo el bonaerense, con el que está protagonizando una fuerte discusión de poder, la saludó a través de las rede sociales. El silencio hizo ruido. Es innegable.
La situación de Jalil y Jaldo es inviable para la ex presidenta. Los acusó de negociar con el Gobierno durante la ley Bases y en las leyes de movilidad jubilatoria y presupuesto universitario. La ex presidenta les apuntó cuando comenzaron a convertirse en aliados estratégicos de la Casa Rosada. El vínculo de ella en Catamarca es con Lucía Corpacci. La ex gobernadora es la presidenta del PJ provincial y fue designada por la líder peronista como la vicepresidenta segunda de la lista “Primero la Patria”.
Jalil ha preferido el silencio respecto a la interna peronista. En cambio, Jaldo jugó con mayor ímpetu y respaldó la candidatura de Quintela al PJ. Entre CFK y esos dos gobernadores no hay línea abierta. Tampoco hay un futuro prometedor.
¿Cuál es la influencia real de CFK? ¿Hasta dónde llega el poder de su lapicera? ¿Cuánto daño le hizo a su liderazgo la rebelión de Axel Kicillof? ¿Y la de Ricardo Quintela? ¿Por qué los gobernadores del PJ no estuvieron presentes en su asunción como presidenta el partido? ¿Cuál es la verdadera razón que esconden detrás las excusas o las decisiones salomónicas? Preguntas que corren por las venas peronistas en forma permanente.
Fuente: Infobae