Ademar Rodrigues Meireles tiene 56 años, es aspirante a concejal municipal por el Partido Liberal de Bolsonaro en la ciudad de Florianópolis.
El pasado viernes comenzó oficialmente la campaña electoral en Brasil para las elecciones municipales del 6 de octubre. 155 millones de electores en 5.568 ciudades brasileñas tendrán que elegir alcaldes y concejales. En caso de que ningún candidato obtenga más del 50% de los votos, en los municipios con más de 200.000 electores, la segunda vuelta está prevista para el 27 de octubre. Por ello, desde el viernes, los candidatos llenan los buzones con octavillas, además de utilizar coches y camiones cubiertos de pegatinas y con megáfonos para publicitarse. El Tribunal Superior Electoral prohibió el uso en Internet de cualquier contenido manipulado con inteligencia artificial, como los deepfakes, utilizados para hacer desinformación y comprometer la integridad del proceso electoral. En televisión, el periodo de propaganda electoral comienza el 30 de agosto y se cierra, tres días antes de la votación, el 3 de octubre.
No son pocas las curiosidades que han surgido con estas elecciones. Este año hubo un auge de las mujeres, con casi 150.000 solicitudes de candidaturas femeninas al Tribunal Electoral, es decir, el 33,9% del total. Por otro lado, el número de candidatos inscritos con discapacidad disminuyó un 25%, pasando de 6.657 en 2020 a 4.937 este año.
Por otro lado, están los candidatos que quieren dar que hablar a toda costa, como el doble brasileño del presidente argentino Javier Milei. Se llama Ademar Rodrigues Meireles, tiene 56 años y es candidato a concejal municipal por el Partido Liberal de Bolsonaro en la ciudad de Florianópolis, al sur de Brasil. En su campaña electoral se hace llamar ‘Milei de Floripa’. El candidato más rico de Brasil, con un patrimonio declarado de 2.851 millones de reales, es João Pinheiro, del PRTB, empresario azucarero de profesión. En el municipio de Marília, en el estado de San Pablo, el aspirante alcalde hizo su primer desfile electoral en un Ferrari, seguido de Porsches e incluso un helicóptero. Los analistas políticos llaman a esto efecto Marçal, es decir, ostentación de riqueza a la que no corresponde ninguna competencia política.