Escribe: Montserrat Muniente
Tras su concierto de Mérida, en el que comenté que su regreso no ha sido uno más: ha sido el regreso. Después de meses de incertidumbre, tras el diagnóstico de un linfoma cerebral en diciembre de 2024 que lo apartó de los escenarios, Raphael volvía con la fuerza de los que no se rinden y la luz intacta de los que nunca se apagan.
Muchos dirán que todo ha vuelto a empezar. Pero sería quedarse cortos. Nada ha comenzado de nuevo porque, en realidad, nunca terminó.
Raphael no regresó: simplemente continúa. Como las piedras milenarias que lo rodearon esa noche en Mérida, él pertenece a la eternidad. Y la eternidad, ya lo sabemos, no conoce despedidas.
Y ¡Cómo no! La cita más esperada, sus conciertos en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, llegó con ese sentimiento de que se vivía un déjà vu, que puede interpretarse “como una señal de que estás en sintonía con tu propósito superior o camino de vida, confirmando que estás tomando decisiones alineadas con tu crecimiento espiritual”. Algunas creencias sugieren que el déjà vu puede ser “una conexión con vidas pasadas”. Otros interpretan que un déjà vu, podría ser “una señal de que estás en el camino correcto, siguiendo tu propósito o misión de vida”.
¡Pues oigan! Lo han clavado. Lean…
Teatro de la Zarzuela, 3 de noviembre de 1965
El 3 de noviembre de 1965, Raphaël dio su primer concierto en el teatro de la Zarzuela de Madrid. Se cumplirán 60 años de algo inimaginable por entonces, que este artista pionero de la música en español sentara al público para ser escuchado.
Teatro de la Zarzuela, 25, 26, 27 y 28 de junio de 2003
¿Recordáis el fragmento de “Presumo”?
“Presumo sin ambages de darme totalmente. De haber hecho en mi vida caminos al andar. Cuando sobre mi río no quedaban más puentes, he guardado mi ropa y me echado a nadar”
Pues ese ha sido el camino.
Teatro de la Zarzuela, 26, 28 y 29 de junio de 2025
Y sí. Tenía que ser en este emblemático teatro en el que se le ha abrazado hasta la extenuación, de esa manera de abrazar tan especial que tiene el público para con Raphael.
En estos tres conciertos, Raphael ha salido al escenario como un gladiador, porque sí, porque quiere y porque puede, porque necesita cantar y cantarnos, porque es feliz en las tablas, porque recibe ese alimento para el alma que son los aplausos y el cariño de su gente, de los que le descubren 60 años tarde y de los que nos rendimos a sus pies hace ya tanto como cicatrices de vida han ido surcando nuestra piel, a la vez que la suya y porque sentimos un amor apasionado y decíamos que eterno en nuestra juventud y descubrimos ahora ese amor que, con los años, se ha convertido, además de eterno, como habíamos pronosticado, en una inmensa ternura, en el que las emociones llenan de lágrimas nuestros ojos al verle en el querido escenario de La Zarzuela de nuevo, imparable, con la voz intacta por la que no quieren pasar los años, porque esa voz nos llega como el primer día a pesar del largo, duro, pero también glorioso paso del tiempo.
Han sido muchas las sensaciones que se han vivido en estos tres conciertos, la que expresamos con nuestros fervorosos aplausos cuando apareció en escena, cuando escuchamos su potente voz casi como un grito que nos clava a la silla con la primera frase “Tu amor de noche me llegó” que hace que nos cruja hasta el esqueleto. Cuando le vemos cantar a dúo con su adorada Edith Piaf, ahí ya… lágrimas para que os quiero… y así con todos los temas, ya sean de su último CD “Ayer…Aún”, como todas las que nos quiso regalar, las que coreamos, las que bailamos, las que nos volvieron a emocionar y hacían que las lágrimas siguieran campando a sus anchas.
Así es Raphael, excesivo y excelente, total, único. No hay nadie, nadie ni en este mundo ni en otros, que haga lo que él hace, lo que siente y lo que nos hace sentir. Y no… no es de otro planeta, es de Linares, Jaén, Andalucía, España, Europa y pertenece al mundo.
Y ya acabo con otra frase de la misma película con la que doy título a este escrito:
“Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad.”
La misma eternidad a la que Raphaël pertenece, por derecho, porque sí, porque quiere y porque puede.
FUERZA Y HONOR, Maestro, FUERZA Y HONOR.
30 de junio de 2025
Montserrat Muniente.