Frente a una multitud de un millón de peregrinos, Monseñor Mario Antonio Cargnello ofreció un discurso cargado de reflexión y llamado a la acción, minutos antes de renovar el Pacto de Fidelidad del Señor y la Virgen del Milagro, tras la multitudinaria procesión en la provincia de Salta. En su mensaje, el líder de la Iglesia Católica salteña instó a los líderes políticos a aprender de la devoción y el espíritu solidario de los peregrinos para construir una sociedad más justa, reconciliada y alejada de las confrontaciones.
“Jesús era libre, no admite la pretensión de los que se consideraban los dueños de la Ley. Jesús no es un sectario; no se separa del pueblo, se encuentra a gusto con los que no quieren imponerse ante el resto. Está libre de prejuicios sociales, por eso incorpora a María Marta y a María Magdalena como nuevas apóstoles. Todos sabemos que Jesús era sincero. Devolvía el andar a los paralíticos. Internaba a los excluidos”, expresó Cargnello, evocando la figura de Jesús como modelo de inclusión y humanidad.
Monseñor Cargnello subrayó la importancia de rendir cuentas ante la ciudadanía y no dejarse desviar por las disputas políticas internas. “Nuestra envestidura no es infinita. Debemos rendir cuentas ante la gente que nos eligió. Hay que reunir fuerzas para luchar, no contra nuestros hermanos, sino contra la droga, la pobreza, la cultura de la muerte y la pérdida de la calidad educativa. Crece la violencia verbal en nuestras relaciones. El flagelo de la droga está destruyendo una generación de jóvenes. La droga deshumaniza a las personas y atenta contra la unidad de las familias”, alertó.
El arzobispo concluyó su discurso haciendo un llamado a la acción y a la solidaridad. “Todos debemos hacer lo posible para detener esta violencia. Tengamos en cuenta el mensaje que nos dejan los peregrinos, de cada ciudadano que aporta lo suyo sin esperar nada a cambio. Merecemos una Nación digna, y podremos conseguirla”, afirmó con firmeza.
La multitud aclamó las palabras de Monseñor Cargnello, quien destacó la festividad del Milagro no solo como un momento de devoción, sino como una oportunidad para reflexionar sobre los desafíos sociales y construir un futuro mejor para todos.