Los informes del Boletín Epidemiológico Nacional (BEN) alertan sobre un incremento de casos de cuatro enfermedades contagiosas: paperas (técnicamente, parotiditis), sarampión, hepatitis A y tuberculosis.
La parotiditis (paperas) creció 310% en comparación a la mediana de 61 casos registrados (siempre en las primeras 14 semanas del año) en el paréntesis 2020-2024. En lo que va de 2025 se contabilizaron 250 casos.
Esa cantidad de infectados contrasta mucho con los pocos reportados para sarampión, pero el problema preocupa aún más, no sólo porque esta enfermedad puede dar muchas complicaciones (evitables con la misma vacuna que protege contra las paperas: la triple viral). Al respecto, el epidemiólogo español, Enrique Bassat, advirtió que “el sarampión es el paradigma de enfermedad infecciosa por definición; cuando hay un caso, hay mucho riesgo de que se propague, en especial si hay población vulnerable, o susceptible por no estar vacunada”.
La “media” en las primeras semanas de los cinco años previos a este fue que la Argentina registró un caso de sarampión. Llevamos acumulados 19, en un contexto regional de alta de casos, por el que la OPS lleva emitidas varias alertas. Para los epidemiólogos, cada caso de sarampión es en realidad un foco de contagios.
El escenario con hepatitis A no es mucho mejor. Esa inflamación del hígado con síntomas moderados a graves que se incuba hasta por un mes antes de manifestarse y que, hay que recordar, está directamente ligada a la ingesta de agua o comida contaminadas y a la falta de lavado de manos (sin contar que también se previene por vacunación, con una dosis al año de vida) aumentó este año 444%. El porcentaje que responde a la diferencia entre las 9 confirmaciones de la “media” de los años previos y las casi 50 registradas en las primeras semanas de 2025.
La tuberculosis, enfermedad cuyos cuadros graves se evitan con la dosis obligatoria al nacer de la BCG, sigue el mismo patrón: la vida en condiciones insalubres. El alza de contagios en lo que va de 2025 llegó al 38%. La mediana en los últimos cinco años había sido 2.530 casos. En lo que va de estas semanas, se acumularon 3.488 infectados con tuberculosis.
Sin vacunas, una oportunidad para la enfermedad
El contagio de paperas no es para minimizar, por más que algunos lo reduzcan a una simple virosis que da fiebre, hinchazón y dolor en las glándulas salivales, dolores de cabeza, musculares, cansancio y falta de apetito. Entre el 10% y el 12% de los infectados manifiesta complicaciones mayores, como inflamación de ovarios, de testículos, meningitis, encefalitis, pancreatitis y pérdida de audición. Todo lo anterior es prevenible por vacunación con la triple viral, que se da en dos dosis. La primera, al año del bebé. La segunda, antes de entrar a la primaria.

Es la misma vacuna que protege contra el sarampión, una de las enfermedades que hoy tiene en vilo a las autoridades sanitarias metropolitanas, y de cuya gravedad, la OPS recuerda que, “en poblaciones con altos niveles de malnutrición y falta de atención sanitaria adecuada, puede llegar a matar al 10% de los casos”.
Los 19 contagios (o más bien, focos) de sarampión reportados hasta la semana epidemiológica 14 fueron informados por la Ciudad y la provincia de Buenos Aires.
Todos son importados o se relacionan con casos importados, lo que significa -enfatizó el ex secretario de Salud Adolfo Rubinstein, – que “Argentina sigue siendo libre de sarampión”. Pero el problema es que “los casos que están apareciendo están ligados a la baja vacunación. Es tan terriblemente contagiosa la enfermedad, que cuando las tasas de cobertura están por debajo del 95%, el riesgo de reingreso es certero. Y, de hecho, este es un verdadero brote”.
Caída de la vacunación
Se advierte una tendencia a la baja en la vacunación que lleva al menos una década y esto hace que el escenario de contagios se empiece a ver en la actualidad.
El sarampión es un buen ejemplo. En particular, la dramática caída en la cobertura de la segunda dosis de la triple viral, una inyección que tendrían que recibir los chicos de 5 años para asentar la memoria inmunológica obtenida en la dosis 1, que se aplica al año de vida.
Cuando se mira el mapa de Argentina para la dosis 2 de esa vacuna, hay 17 provincias en rojo. En 6 (Catamarca, Corrientes, La Pampa, Mendoza, Santa Fe y Tucumán), el refuerzo fue recibido por poco más que 6 de cada 10 chicos. En 10 provincias (CABA, Chaco, Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Formosa, La Rioja, Misiones, Santa Cruz y Santiago del Estero) sólo 5 de cada 10 nenes la recibió; en una provincia (Buenos Aires), menos del 42% de los chicos la había recibido en 2023.

La vacunación debería ser controlada en el ingreso escolar, algo que no ocurre. Seguramente, por alguna de estas razones. 1) Porque no hay personal de salud presente en las inscripciones escolares presenciales. 2) Porque en las inscripciones online no se hace un macheo de información que debería estar nominalizada. 3) Porque, aun cuando sea un requisito para los adultos responsables presentar el carnet de vacunación del menor ingresante, los docentes no están dispuestos a controlar, al detalle, aquella información para la que no fueron formados.
Hepatitis A y tuberculosis
Los bebés de un año deberían ser vacunados con una única dosis contra la hepatitis A, un tipo de infección que, en situaciones de brote, se liga a contextos complicados de vivienda, sea por inundaciones, pobreza, falta de agua potable o consumo de alimentos contaminados o en descomposición.
La provincia de Buenos Aires no llegaba en 2023 al 60% de cobertura de la única dosis contra la hepatitis A. CABA, ni siquiera al 62%. Sólo ocho provincias del país tuvieron coberturas “deseables”, por encima del 90%. Todas las otras están en ese punto medio (setenta u ochenta y pico) que habilita el fácil reingreso de los microorganismos.
En cuanto a tuberculosis, por más que tenga un R0 bajo (no es tan fácil contagiarse), hay un 38% más casos que la media de los cinco años previos. Los casos graves se previenen con la vacuna BCG, obligatoria al nacer, que protege de por vida con las manifestaciones complicadas. Sin embargo, no evita portar la bacteria y contagiar a otros que no la recibieron.