Se cumplen dos años del brutal asesinato de Juan Carlos Rojas, y sus hijos Fernando y Natalia Rojas, junto al abogado Iván Sarquís, realizaron una conferencia de prensa. Natalia leyó una carta, cuya introducción completa estuvo llena de interrogantes sobre el magnicidio que, insólitamente, fue mal investigado desde el inicio.
Natalia manifestó: “Esta carta abierta que hacemos es, para romper el silencio. Este silencio que nosotros estuvimos expectantes, y a la espera que la justicia finalmente pueda traer algo de luz a tanta oscuridad. Nosotros vivimos en la oscuridad de no saber quién asesinó a mi papá, de no saber quién es quién en esta ciudad. Y sé que no somos los únicos, porque la sociedad catamarqueña también vive asolada por la oscuridad de la impunidad. Esa impunidad donde se puede esconder hasta el magnicidio de un hombre bueno, hasta el homicidio de un ministro. Venimos a decirle a la sociedad que todos perdimos, nosotros y ustedes. Nosotros perdimos a nuestro padre, ustedes perdieron a un miembro honesto, a uno valioso, a un hombre gentil, un hombre bueno. Los que tuvieron la oportunidad de conocerlo pueden dar fe de ello. Hoy queda más que clara la cuenta de quiénes perdieron y quiénes ganaron con el magnicidio del ministro”.
Luego, Natalia Rojas enumeró los interrogantes y sospechas que rodean al caso desde el comienzo: “Y nosotros nos preguntamos, esos que hoy callan, ¿no perdieron nada? Ellos perdieron un ministro, perdieron un secretario general, perdieron un dirigente político. ¿Dónde están esos? Esos que hoy se olvidaron, que ya no se preocupan ni preguntan nada. Les venimos a advertir que nosotros no nos vamos a olvidar y que la gente se los va a reclamar. Han pasado dos años, y a dos años del crimen de nuestro padre, venimos a exigir respuestas. Queremos saber quién mató a mi papá, quiénes ocultaron el crimen, quiénes son los responsables de que a la fecha no haya una sola pista cierta, una sola pista sólida. ¿Por qué es tan difícil dar con los criminales? ¿Dónde están los que decían que era un crimen pasional? ¿Dónde están los que decían que la muerte era natural? ¿Cuándo la justicia va a actuar contra estos funcionarios? Yo me pregunto, si el crimen era pasional o era un crimen común, entonces, ¿por qué los investigadores no han dado con una sola pista firme? ¿Qué ocultan? ¿Por qué nos mienten? ¿O es que los asesinos no eran improvisados? ¿O es que todo fue preparado? ¿Tan bien perpetrado fue el homicidio? ¿Tan bien escondida la maniobra? ¿Tan difícil es para los investigadores avanzar un solo centímetro en dos años? ¿O fue un crimen político? ¿O un crimen mafioso? ¿Por qué se pretendió encubrir la causa de la muerte? ¿Se buscó hacer pasar esto como la muerte natural? Dos años pasaron y todavía no logramos que la fiscalía haga la reconstrucción del hecho que nosotros pedimos. ¿Por qué no se quiere hacer? ¿Por qué se demora tanto en avanzar? ¿No es suficientemente importante la víctima? Creemos que, cuando la hagan, se darán con lo que nosotros venimos diciendo. Si es que ya no lo saben”.
La hija del Ministro asesinado, posteriormente, avanzó sobre los indicios que manejan desde la querella: “Que a papá lo sorprendieron a la mañana. Lo redujeron. Lo golpearon. Lo retuvieron varias horas. ¿Por qué lo tuvieron tantas horas? ¿Qué pretendían de él? ¿Qué querían? Acá no hay un solo perpetrador. Acá no hay improvisación. ¿Cómo los investigadores no se van a dar cuenta que papá fue arrastrado pos muerte? Y si fue muerte natural, ¿cómo hace un muerto para arrastrarse? Si fue muerte natural, ¿por qué tiene una fractura en el cráneo? ¿Qué dijo el fiscal que intervino primero? No vimos nada extraordinario. No hay cerraduras ni aberturas violentadas o forzadas. No falta dinero, no falta nada. Después dijo, estamos tratando de armar un expediente que descarte la muerte violenta. Lo dijo él y lo dijo en la televisión y lo vimos todos. Todos vimos esa expresión. Ya habían hecho la autopsia, ya sabían que había sido un asesinato, pero él todavía no veía nada extraordinario. Es verdad que no habían forzado las cerraduras ni habían dejado desorden. Papá tenía plata dentro de la billetera, pero se olvidó de mencionar un detalle en la entrevista. En el fondo de la casa había un ministro brutalmente golpeado, que yacía muerto en un charco de sangre con la cabeza reventada. El jefe de homicidios, ante este panorama, premiado. El fiscal, premiado. Los funcionarios intervinientes, premiados. Incluso hay policías que actuaron ese día y que hoy se les paga zona. El fiscal, que no ve ni escucha ni sabe, sigue trabajando como fiscal. En Catamarca no pasa nada. A los que papá pidió su renuncia por ladrones, premiados, con cargos ahí están. Hoy el tipo que lo robó a mi papá lo sucedió de ministro. Ahí están las fotos institucionales de ministros. Ante todo esto, ¿qué expectativas podemos tener nosotros? ¿Qué justicia hay acá? Tendría que darles vergüenza de cobrar un sueldo en la justicia. Deberían darles vergüenza por corruptos o inútiles, o peor aún, corruptos inútiles”.
Al borde de las lágrimas, Natalia Rojas finalizó: “Destruyeron nuestra familia. Mi hermana se fue sin que un solo funcionario la pudiera mirar a los ojos y le dijeran una sola verdad. Todos conservaron sus posiciones y otros las mejoraron. Muchos se beneficiaron con la muerte de mi papá. A todos los contuvo el gobierno. ¿Quiénes perdieron con el homicidio? Los hijos de Rojas. La familia de Rojas. Los amigos de Rojas. ¿Quiénes están pidiendo justicia? Los hijos de Rojas. La familia de Rojas. Los amigos de Rojas. ¿Tienen justicia los que perdimos? El resto, calla. Estamos solos. Nadie quiere recordar que nosotros perdimos a nuestro papá”.