Sandra Victoria Kopprio es una vecina de Allen, Río Negro, de 54 años que recorrió sola en su camioneta Ford F-100 en modo Motorhome más de 33.000 kilómetros desde la vecina ciudad a Colombia.
Madre de dos hijas, piloto de avión, gestora del automotor y mujer valiente, se lanzó a la ruta con un objetivo tan ambicioso como inspirador. Y lo logró. Lo hizo sola. Lo hizo con coraje. Lo hizo con determinación.
En el marco de un nuevo aniversario de Allen, el sitio Inforo contó su hermosa historia, de “esas que parecen sacadas de una película, pero que son reales, profundas, humanas”.
Sandra partió desde Allen, su ciudad de origen, que este finde cumple 115 años.
Su camioneta, bautizada cariñosamente como la Forcita Viajera, se convirtió en su compañera inseparable. Equipada como una pequeña casa rodante, con gas, agua, electricidad y paneles solares instalados por ella misma, fue el vehículo y símbolo de esta hazaña que cruzó cinco países: Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y Chile.
Atravesó selvas, desiertos, cordilleras a casi 6.000 metros sobre el nivel del mar, enfrentó rutas peligrosas, vientos patagónicos, apunamientos y noches solitarias. Pero también conoció pueblos, forjó amistades, compartió caminos con moteros y viajeros, y llevó el nombre de Allen hasta los rincones más remotos del continente.
Pero además de su espíritu aventurero y resiliente, hay un detalle que hace aún más entrañable esta historia: durante el viaje vendía alfajorcitos de maicena para poder sostener su travesía.
Los alfajores que vendió durante el viaje.
Esa postal, la de Sandra vendiendo dulces caseros para seguir adelante, es la síntesis perfecta de una aventura épica hecha con amor, coraje e ingenio.
Su objetivo inicial fue Cartagena de Indias, en Colombia. Hoy, tras haber llegado, ya tiene una nueva meta: seguir su viaje hasta Alaska. Sí, desde Allen hasta el confín del hemisferio norte. Porque como ella dice: “si no lo hago ahora, me voy a arrepentir”.
Logró la hazaña de llegar a Colombia.
Sandra Kopprio no solo recorrió 33.000 kilómetros. Hizo muchísimo más: nos recordó que soñar es posible, que las mujeres pueden todo, y que desde un rincón de la Patagonia se puede conquistar el continente.
